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La tierra no pertenece a nadie. Es la tierra en la que todos vamos a vivir durante muchos años, arando, segando y destruyendo. Siempre eres un invitado en esta tierra y tienes la austeridad de un invitado. La austeridad es mucho más profunda que poseer sólo unas pocas cosas. La misma palabra austeridad ha sido estropeada por los monjes, por los sannyasis, por los ermitaños. Sentado en esa alta colina solo en la soledad de muchas cosas, muchas rocas y animalitos y hormigas, esa palabra no tiene significado.