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¡Qué hermosa es, Nuestra Señora de la compasión! ¡Qué querida! ¡Qué desinteresada! ¡Cuán llena de alegría por Él -y por nosotros- en lo más profundo de su propia agonía y desolación!
¡Qué hermosa es, Nuestra Señora de la compasión! ¡Qué querida! ¡Qué desinteresada! ¡Cuán llena de alegría por Él -y por nosotros- en lo más profundo de su propia agonía y desolación!