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Para utilizar las palabras de Newton, nuestros esfuerzos hasta este momento no han hecho más que revolver un guijarro o una concha aquí y allá en la playa, con la única esperanza de que bajo alguno de ellos estuviera la gema que buscábamos. Ahora tenemos el tamiz, las mentes, las manos, el tiempo y, sobre todo, la dedicación para encontrar esas gemas, sin importar en qué escondite favorito las hayan colocado los hijos de mundos lejanos.