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Y así como se presentó ante los santos Apóstoles en carne verdadera, así ahora nos hace verle en el Pan Sagrado. Mirándole con los ojos de su carne, sólo vieron su Carne, pero mirándole con los ojos del espíritu, creyeron que era Dios. De la misma manera, así como vemos el pan y el vino con nuestros ojos corporales, veamos y creamos firmemente que es Su Santísimo Cuerpo y Sangre, Verdaderos y Vivos.Porque de esta manera nuestro Señor está siempre presente entre los que creen en Él, según lo que Él dijo: "He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación del mundo".