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No podemos esperar morir en paz si nuestras vidas han estado llenas de violencia, o si nuestras mentes han estado mayoritariamente agitadas por emociones como la ira, el apego o el miedo. Por eso, si queremos morir bien, debemos aprender a vivir bien: Con la esperanza de una muerte pacífica, debemos cultivar la paz en nuestra mente y en nuestra forma de vida.