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Lo sepamos o no, transmitimos la presencia de todas las personas que hemos conocido, como si al estar en presencia del otro intercambiáramos nuestras células, transmitiéramos parte de nuestra fuerza vital, y luego siguiéramos llevando a esa persona en nuestro cuerpo, no como en primavera, cuando ciertas plantas de los campos por los que caminamos adhieren sus semillas en forma de pequeñas rebabas a nuestros calcetines, nuestros pantalones, nuestras gorras, como si dijeran: "Sigue, llévanos contigo, llévanos a echar raíces en otro lugar". Así es como sobrevivimos mucho después de muertos. Por eso es importante en quién nos convertimos, porque lo transmitimos.