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El sector editorial es el único que se me ocurre en el que la mayoría de los empleados pasan la mayor parte del tiempo afirmando con gran seguridad en sí mismos que no saben hacer su trabajo. "No sé cómo vender esto", explican frunciendo el ceño, como si fuera culpa tuya. "No sé cómo empaquetar esto. No sé cuál es el mercado para este libro. No sé cómo vamos a llamar la atención sobre esto". En la mayoría de las profesiones, la gente intenta ocultar su incompetencia; sólo en la edición se alardea de ella como si fuera la principal cualificación para el trabajo.