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Los clientes deberían quejarse más. La comida es cara hoy en día. Y estos sumilleres vienen con su carta de vinos de mil páginas y prácticamente te la echan encima. Son todos hombres de negocios y saben que los clientes se intimidan y compran algo sobrevalorado. Yo digo que siempre hay que ponerlos en un aprieto. Vuelve a mí con un vino tinto de 30 o 40 dólares. Vuelve a mí con una opción'.