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Tenía sesenta y seis años. Aún tenía que ganarme la vida. Miré mi cheque de 105 dólares de la seguridad social y decidí utilizarlo para intentar franquiciar mi receta de pollo. A la gente siempre le había gustado mi pollo.
Tenía sesenta y seis años. Aún tenía que ganarme la vida. Miré mi cheque de 105 dólares de la seguridad social y decidí utilizarlo para intentar franquiciar mi receta de pollo. A la gente siempre le había gustado mi pollo.