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Estamos más conectados que nunca, somos más capaces de difundir nuestras ideas y creencias, nuestra ira y nuestros miedos. Mientras ejercemos el derecho a defender nuestros puntos de vista, y mientras animamos a nuestros partidarios, todos debemos asumir la responsabilidad de nuestras palabras y acciones antes de que entren en una vasta cámara de eco y lleguen tanto a los serios como a los delirantes, a los conectados como a los desquiciados.