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La muerte de un amigo querido, de una esposa, de un hermano, de un amante, que no parecía más que una privación, asume algo más tarde el aspecto de un guía o de un genio; porque comúnmente opera revoluciones en nuestro modo de vida, pone fin a una época de la infancia o de la juventud que esperaba cerrarse, rompe una ocupación, o un hogar, o un estilo de vida ganados, y permite la formación de otros nuevos más favorables al crecimiento del carácter.