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¡Arriba y lejos por la vida! ¡Sé veloz!
El rey de la escarcha ata mis pies torpes,
Canta en mis oídos, mis manos son piedras,
Cuaja la sangre hasta los huesos de mármol,
Tira de las cuerdas del corazón, adormece el sentido,
y la vida se estrecha.
Bien, en esta amplia cama yace y duerme,-
Las estrellas puntuales velarán,-
embalsamados por el frío purificador;
Los vientos cantarán su vieja marcha de muertos,
La nieve no es un sudario innoble,
La luna tu plañidera, y la nube.