-
Si yo fuera
callado como un trueno
¡cómo lloraría y gemiría!
Un gemido mío
haría temblar el claustro desmoronado del mundo.
Y si
acabaría rugiendo
con toda la potencia de sus pulmones y más -
los cometas, angustiados, se retorcerían las manos
y desde el techo del cielo
saltarían enfebrecidos.