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Y aquí hay que notar que el odio se adquiere tanto por medio de las buenas acciones como por medio de las malas; y así, como he dicho más arriba, si un príncipe desea mantener el Estado, a menudo se ve obligado a no ser bueno; porque siempre que se corrompe ese grupo que crees necesitar para mantenerte, ya sea el pueblo llano, los soldados o los nobles, te conviene seguir sus inclinaciones para satisfacerlas; y entonces las buenas acciones son tu enemigo.