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Me di cuenta de que la vida onírica sólo era confusa cuando estabas despierto. Desde la perspectiva de la vida de vigilia, la vida onírica parecía fracturada y carente de consecuencias, sin la certeza de que una cosa llevara a la otra. Pero desde dentro de la vida onírica, el mundo era, en general, coherente. No era exactamente un mundo desconcertante, pero no más confuso que cualquier otro.