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Ahora empiezo a ser discípulo de Cristo, y nada me importa en este mundo, para encontrar a Jesús. Que el fuego, o la cruz, o las fieras, o el quebrantamiento de mis huesos, o el cortarme en pedazos, o el destrozar todo mi cuerpo, sí, todas las torturas del diablo - que todas ellas vengan sobre mí, sólo déjame disfrutar de mi Dios.