-
Pero miren a los hombres que tienen esas nociones pervertidas acerca de la gracia de Jesucristo que ha llegado hasta nosotros, y vean cuán contrarios a la mente de Dios son. . . . Incluso se abstienen de la Eucaristía y de las oraciones públicas, porque no admiten que la Eucaristía sea el mismo cuerpo de nuestro Salvador Jesucristo que la carne padeció por nuestros pecados, y que el Padre de su bondad resucitó.