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Votar, en particular, es una vergüenza, ya que es una muestra pública de debilidad de carácter y escasa inteligencia. Afrontemos la verdad: la democracia, como escupir en público o los juegos romanos, es la actividad propia de las clases intelectuales y morales más bajas. Equivale a la connivencia en el propio chupeteo.