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El llamado hombre piadoso puede tener más probabilidades de cometer un grave error que un hombre que se cuestiona profundamente a sí mismo. El "hombre piadoso" a menudo sigue celosamente preceptos religiosos que, al final, justifican un injusto perjuicio a los demás, mientras que el hombre que se cuestiona, dirigiéndose a su propia conciencia, puede tener más posibilidades de considerar todas las circunstancias y llegar a la decisión justa.