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El futuro candidato republicano, por supuesto, también es un hombre joven. Pero su enfoque es tan antiguo como McKinley. Su partido es el partido del pasado. Sus discursos son generalidades del Almanaque del Pobre Ricardo. Su plataforma, hecha de tablones demócratas sobrantes, tiene el coraje de nuestras viejas convicciones. Su compromiso es un compromiso con el statu quo, y hoy no puede haber statu quo.