Ese es el tipo de Estados Unidos en el que creo. Y representa el tipo de Presidencia en la que creo: un gran cargo que no debe humillarse convirtiéndolo en el instrumento de ningún grupo religioso ni empañarse impidiendo arbitrariamente su ocupación a los miembros de ningún grupo religioso. Creo en un Presidente cuyas opiniones religiosas sean un asunto privado suyo, no impuesto por él a la nación ni impuesto por la nación a él como condición para ocupar el cargo.