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  • Si algún hombre ha bebido demasiado de la copa del placer físico; si ha pasado demasiado tiempo en su escritorio que debería haber pasado durmiendo; si su fino espíritu se ha embotado temporalmente; si encuentra el aire demasiado húmedo, los minutos demasiado lentos y la atmósfera demasiado pesada para soportarlo; si está obsesionado por una idea fija que le impide cualquier libertad de pensamiento: si es alguna de estas pobres criaturas, decimos, que se le dé una buena pinta de chocolate con sabor a ámbar... y se harán maravillas.

    Jean Anthelme Brillat-Savarin (2009). “The Physiology of Taste: or Meditations on Transcendental Gastronomy”, p.121, Vintage