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El gobierno invisible tiende a concentrarse en manos de unos pocos debido a lo costoso que resulta manipular la maquinaria social que controla las opiniones y los hábitos de las masas. Hacer publicidad a una escala que llegue a cincuenta millones de personas es caro. Llegar y persuadir a los líderes de los grupos que dictan los pensamientos y las acciones del público también es caro.