-
El pánico desapareció bajo aquellos dedos viejos y tranquilizadores y la respiración se hizo más lenta y dejó de dolerle el pecho como si tuviera un zorro atrapado en él, y entonces por fin el señor Kroger empezó a sermonear al muchacho como solía hacerlo, Pablo, murmuró, no tengas nunca tanto miedo a sentirte solo que te olvides de tener cuidado. No olvides que a veces la encontrarás, pero otras veces no tendrás suerte, y ésas son las veces en que tienes que tener paciencia, pues paciencia es lo que hay que tener cuando no se tiene suerte.