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Supongamos que yo dijera que existe un planeta sin escuelas ni maestros, donde el estudio es desconocido y, sin embargo, sus habitantes, sin hacer otra cosa que vivir y caminar, llegan a conocer todas las cosas y a llevar en su mente todo el saber. Pues bien, justamente esto, que parece tan fantasioso como para no ser más que la invención de una imaginación fértil, es una realidad. Es la forma de aprender del niño.