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Durante generaciones, el cuerpo de Cristo ha sido derrotado y puesto bajo un asedio constante de condenación por parte del acusador porque creen erróneamente que el Espíritu Santo convence a los creyentes de sus pecados.
Durante generaciones, el cuerpo de Cristo ha sido derrotado y puesto bajo un asedio constante de condenación por parte del acusador porque creen erróneamente que el Espíritu Santo convence a los creyentes de sus pecados.