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Tengo suerte. Yo no elegí esta vida. Ella me eligió a mí. Es así de extraño; no elegir mi camino, sino más bien dejarme llevar por el agua y dejar que me lleve donde quiera. Sí, habrá noches en las que sienta que mi destino está al alcance de mi mano y habrá noches en las que desearía que las luces estuvieran apagadas y poder hacer esos sonidos en la oscuridad. Aun así, siempre estaré allí, dondequiera que esté, mirando fijamente a la negrura con la esperanza de que la negrura me devuelva la mirada.