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Esta verdad es un remedio contra el orgullo espiritual, a saber, que nadie debe considerarse mejor ante Dios que los demás, aunque tal vez esté adornado con mayores dones y dotes.
Esta verdad es un remedio contra el orgullo espiritual, a saber, que nadie debe considerarse mejor ante Dios que los demás, aunque tal vez esté adornado con mayores dones y dotes.