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  • El ser humano, por naturaleza, quiere la felicidad y no quiere el sufrimiento. Con ese
    todos intentan alcanzar la felicidad e intentan librarse del sufrimiento, y todos tienen el derecho básico a hacerlo. De este modo, todos aquí somos iguales, ya seamos ricos o pobres, cultos o incultos, orientales u occidentales, creyentes o no creyentes, y dentro de los creyentes, ya seamos budistas, cristianos, judíos, musulmanes, etc. Básicamente, desde el punto de vista del valor humano real, todos somos iguales.