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  • Un abismo tan profundo como la ciénaga serbia, entre Damiata y el viejo monte Casius, donde se han hundido ejércitos enteros: el aire abrasador quema la sangre, y el frío hace el efecto del fuego. Allí son llevados todos los condenados a ciertas revoluciones, y sienten por turnos el amargo cambio de feroces extremos, -extremos por cambios más feroces; de lechos de fuego furioso a morir de hambre en el hielo su suave calor etéreo, y allí a consumirse inmóviles, infijos, y congelados alrededor, períodos de tiempo; de allí apresurados de vuelta al fuego.

    John Milton, “Paradise Lost: Book 02”