-
Tenemos tan poca fe en el flujo y reflujo de la vida, del amor, de las relaciones. Nos abalanzamos sobre el flujo del tiempo y nos resistimos aterrorizados a su reflujo. Tememos que nunca vuelva. Insistimos en la permanencia, en la duración, en la continuidad, cuando la única continuidad posible en la vida, como en el amor, es el crecimiento, la fluidez, la libertad.