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La humildad es la madre de todas las virtudes: los humildes de espíritu progresan y son bendecidos porque se someten voluntariamente a los poderes superiores e intentan vivir en armonía con las leyes naturales y los principios universales. El valor es el padre de todas las virtudes: necesitamos mucho valor para conducir nuestra vida según principios correctos y para tener integridad en el momento de elegir.