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  • Basándome en el tiempo que viví con ratas y ratones en Washington, D.C., siempre he supuesto que los animales escaparán a tales incendios, ya que sus sentidos del olfato, su cautela ante tales peligros y su capacidad para moverse a través de agujeros casi invisibles son impresionantes, pero creo que no debemos descartar la posibilidad de que ellos también resulten dañados. Estas reflexiones no descartan, por supuesto, que se quemen camiones de carne. Y no significan que, cuando arda el próximo matadero o laboratorio de vivisección, vaya a denunciar a quienes llevaron a cabo la quema, ni que vaya a sentir otra cosa que alegría en el corazón.