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  • Ahora supongamos que tanto la muerte como el infierno fueran completamente derrotados. Supongamos que la lucha estuviera arreglada. Supongamos que Dios te llevara en un viaje de bola de cristal a tu futuro y vieras con certeza indudable que a pesar de todo -tu pecado, tu pequeñez, tu estupidez- podrías tener gratis por pedir el deseo más profundo de todo tu loco corazón: el cielo, la alegría eterna. ¿No volverías sin miedo y cantando? ¿Qué puede hacerte la tierra, si tienes garantizado el cielo? Temer la peor pérdida terrenal sería como un millonario temiendo la pérdida de un penique - menos, un rasguño en un penique.

    Peter Kreeft (1989). “Heaven, the Heart's Deepest Longing”, p.82, Ignatius Press