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Está claro que uno de los principales objetivos de nuestra existencia en la Tierra es obtener un cuerpo de carne y hueso. Pero también se nos ha concedido el don del albedrío. De mil maneras tenemos el privilegio de elegir por nosotros mismos. Aquí aprendemos del duro maestro de la experiencia. Discernimos entre el bien y el mal. Diferenciamos lo amargo de lo dulce. Descubrimos que nuestros actos tienen consecuencias.