Una de las muchas cosas que me gustan de los libros encuadernados es su aspecto físico. Los libros electrónicos viven fuera de la vista y de la mente. Pero los libros impresos tienen cuerpo, presencia. Claro, a veces te eluden escondiéndose en lugares inverosímiles... Pero otras veces te harán frente, y tropezarás literalmente con algunos tomos en los que no habías pensado en semanas o años. A menudo busco libros electrónicos, pero nunca vienen a por mí. Puede que me hagan sentir, pero no puedo sentirlos. Son todo alma sin carne, sin textura y sin peso. Pueden meterse en tu cabeza, pero no golpearte en ella.