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En un nivel fundamental, como seres humanos, todos somos iguales; cada uno de nosotros aspira a la felicidad y cada uno de nosotros no desea sufrir. Por eso, siempre que tengo ocasión, trato de llamar la atención de la gente sobre lo que, como miembros de la familia humana, tenemos en común y sobre la naturaleza profundamente interconectada de nuestra existencia y bienestar.