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Por lo general, no tardan en descubrir que no puedo ver ni oír..... No es el adiestramiento, sino el amor, lo que les impulsa a romper su silencio sobre mí con el ruido sordo de una cola que ondea contra mi silla en sus paseos por el estudio, o con noticias transmitidas por el oído, la nariz y la pata expresivos. A menudo anhelo darles la palabra, sus movimientos son tan elocuentes con cosas que no pueden decir.