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  • La alabanza justa es sólo una deuda, pero la adulación es un regalo. El reconocimiento de aquellas virtudes por las que la conciencia nos felicita es un tributo que podemos exigir en cualquier momento con confianza; pero la celebración de aquellas que sólo fingimos, o deseamos sin ningún esfuerzo vigoroso para alcanzarlas, es recibida como una confesión de soberanía sobre regiones nunca conquistadas, como una decisión favorable de reclamaciones discutibles, y es más bienvenida como más gratuita.

    Samuel Johnson (1793). “The rambler”, p.294