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Mis ojos no tuvieron la culpa, pues era hermosa; mis oídos, que oyeron sus halagos; ni mi corazón, que la consideró como parecía. Habia sido vicioso desconfiar de ella.
Mis ojos no tuvieron la culpa, pues era hermosa; mis oídos, que oyeron sus halagos; ni mi corazón, que la consideró como parecía. Habia sido vicioso desconfiar de ella.