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  • Ningún hombre, por muy esclavo que sea de sus apetitos o apresurado por sus pasiones, puede, mientras conserve intacto su intelecto, complacerse en promover la corrupción de los demás. Aquel cuyo mérito ha ampliado su influencia, seguramente desearía ejercerla en beneficio de la humanidad. Sin embargo, tal será el efecto de su reputación, mientras se permita a sí mismo entregarse a cualquier falta favorita, que aquellos que no tienen esperanza de alcanzar su excelencia se fijarán en sus defectos, y sus virtudes serán citadas para justificar a los copiadores de sus vicios.

    Samuel Johnson, Elizabeth Carter, Samuel Richardson, Catherine Talbot (1825). "The Rambler: A Periodical Paper, Published in 1750, 1751, 1752", p.283