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  • El trabajo espiritual más duro del mundo es amar al prójimo como a uno mismo: encontrar a otro ser humano no como alguien a quien puedes utilizar, cambiar, arreglar, ayudar, salvar, enrolar, convencer o controlar, sino simplemente como alguien que puede sacarte de la prisión de ti mismo, si tú se lo permites.

    Barbara Brown Taylor (2009). “An Altar in the World: A Geography of Faith”, p.93, Hymns Ancient and Modern Ltd