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Para ayudarnos a beneficiar a los demás con nuestras palabras y acciones, es útil cultivar una actitud de alegría comprensiva por los logros y la buena fortuna de los demás. Esta actitud es un poderoso antídoto contra la envidia, que no sólo es una fuente de sufrimiento innecesario a nivel individual, sino también un obstáculo para nuestra capacidad de llegar a los demás y comprometernos con ellos.