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  • Por lo tanto, si nuestras casas son casas del Señor, por esa razón amaremos el hogar, considerando nuestra devoción diaria como el más dulce de nuestros deleites diarios, y nuestro culto familiar como la más valiosa de nuestras comodidades familiares. Esto santificará para nosotros todas las comodidades de nuestras casas, y nos reconciliará con sus inconvenientes.

    "Comunión diaria con Dios".