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Dios nunca quiso que su pueblo fuera ordinario o corriente. Sus intenciones eran que ardieran por Él, conscientes de Su poder divino, comprendiendo la gloria de la cruz que prefigura la corona.
Dios nunca quiso que su pueblo fuera ordinario o corriente. Sus intenciones eran que ardieran por Él, conscientes de Su poder divino, comprendiendo la gloria de la cruz que prefigura la corona.