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Gracias a Jesucristo, el mundo ha cambiado, se ha realizado la expiación divina, se ha pagado el precio del pecado, y el temible espectáculo de la muerte cede ante la luz de la verdad y la seguridad de la resurrección. Aunque pasen los años, su nacimiento, su ministerio y su legado siguen guiando el destino de todos los que le siguen, como Él nos invitó a hacer.