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  • A medida que cada uno de nosotros despierta, es como si se encendiera una luz, seguida de otra luz, otra luz y otra luz. La oscuridad de la inconsciencia humana se ilumina lenta, gradual y suavemente, hasta que llega un día en que hay más luz que oscuridad, más consciencia que inconsciencia, más alegría que dolor, más verdad que ilusión. Ése sí que sería un día de celebración.