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En los primeros tiempos del cristianismo, el ejercicio de la castidad se combinaba frecuentemente con una estrecha y romántica intimidad de afecto entre los sexos que escandalizaba a los moralistas austeros.
En los primeros tiempos del cristianismo, el ejercicio de la castidad se combinaba frecuentemente con una estrecha y romántica intimidad de afecto entre los sexos que escandalizaba a los moralistas austeros.