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Las sociedades científicas están aún en pañales. Es de esperar que los avances en fisiología y psicología den a los gobiernos mucho más control sobre la mentalidad individual del que ahora tienen incluso en los países totalitarios. Fitche estableció que la educación debería tener como objetivo la destrucción del libre albedrío, de modo que, una vez que los alumnos hayan abandonado la escuela, sean incapaces, durante el resto de sus vidas, de pensar o actuar de forma distinta a la deseada por sus maestros.