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Ningún pensamiento, ninguna idea, puede transmitirse como idea de una persona a otra. Cuando se comunica, es un hecho, no una idea. La comunicación puede estimular a la otra persona a darse cuenta de la cuestión por sí misma y a pensar en una idea similar, o puede sofocar su interés intelectual y suprimir su incipiente esfuerzo de pensamiento. Pero lo que obtiene directamente no puede ser una idea. Sólo si lucha con las condiciones del problema de primera mano, buscando y encontrando su propia salida, puede pensar.